Ciudad de México, a 11 de abril de 2025.- Mientras la atención pública se concentra en indicadores como la reprobación y la deserción escolar, un factor crucial permanece en segundo plano es la salud emocional de los estudiantes. Expertos advierten que, sin atender el origen emocional de muchos problemas escolares, los esfuerzos educativos seguirán siendo insuficientes.
Para Laura Elizondo W, especialista en inteligencia socioemocional y directora de Lexium, las crisis emocionales que se presentan en las aulas tienen una raíz profunda.
“La mayoría de las crisis emocionales que vemos en el aula no surgen de un día para otro. Son el resultado de un largo periodo sin autoconocimiento ni autocontrol, habilidades que deberían trabajarse desde la escuela, en casa y a nivel personal”, explica Elizondo W.
De acuerdo con la experta, estos factores pueden derivar en comportamientos como apatía, ausentismo, desmotivación o conductas disruptivas, que comúnmente se interpretan de forma errónea como simples problemas académicos.
Redes sociales, presión y vínculos frágiles
El contexto actual agrava el panorama: adolescentes sometidos a la constante presión del rendimiento escolar, la hiperconexión en redes sociales y la falta de vínculos sólidos enfrentan desafíos emocionales que pocas veces son reconocidos a tiempo.
Estudios realizados a través de la herramienta Balance Psicosocial, desarrollada por Lexium, revelan que muchos jóvenes no logran construir una autoimagen positiva ni adquirir habilidades para lidiar con la frustración, el conflicto o los cambios propios de su etapa de desarrollo.
¿Qué se está haciendo para prevenir?
Elizondo W asegura que la prevención debe verse más allá de evitar crisis inmediatas: “La prevención no es solo anticiparse a una crisis, sino construir bases sólidas para que los estudiantes se conozcan, se comprendan y aprendan a regularse emocionalmente”, afirma.
Algunas instituciones han comenzado a aplicar evaluaciones socioemocionales y psicosociales para detectar señales tempranas de problemas como ansiedad, impulsividad o actitudes violentas. Aunque esta práctica no es aún generalizada, ha mostrado beneficios concretos cuando se integra en los programas educativos como parte de un enfoque preventivo.
Un llamado a replantear el modelo educativo
Expertos coinciden en que es momento de dejar de tratar la salud mental como un asunto correctivo o secundario. Integrar el desarrollo emocional como eje transversal en el diseño de experiencias educativas podría ser clave para mejorar la permanencia escolar y el bienestar de los jóvenes.
“Contar con herramientas para identificar y regular sus emociones no es un lujo, sino una necesidad formativa”, señaló Elizondo W. Esto implica acciones coordinadas desde las escuelas, las familias y la sociedad en su conjunto, para cuidar no sólo el aprendizaje, sino también la mente de quienes aprenden.