Morelia, Michoacán, 15 de febrero de 2025.- La ciencia ha demostrado que la predisposición genética tiene un papel crucial en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad, explicó el Laboratorio de Datos Contra la Obesidad en un comunicado.
Se calcula que entre el 60% y el 70% de los casos responden a este factor, aunque los cambios en el estilo de vida y la alimentación son factores determinantes.
“La genética tiene una enorme influencia tanto en la génesis de la obesidad como en el proceso de pérdida de peso”, señala el endocrinólogo Márcio Marcini, de la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, quien destaca que el ambiente es muy importante para quienes tienen predisposición a ganar peso.
¿Qué tanto influyen los genes?
El especialista Márcio Marcini considera que los genes influyen en varios procesos del cuerpo, lo que puede hacer que tengamos más ganas de comer alimentos grasos o que nos dé pereza hacer ejercicio.
Una investigación publicada en la revista científica brasileña Nutrição, consultada por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), refiere que varios estudios demuestran claramente la participación del componente genético en la incidencia de la obesidad, toda vez que se estima que entre el 40% y el 70% de la variación del fenotipo asociado con la obesidad tiene un carácter hereditario, y la influencia genética como causa de la obesidad puede manifestarse a través de cambios en el apetito o en el gasto energético.
La herencia constituye también un factor determinante en algunas enfermedades y un elemento de riesgo para desarrollar diabetes, osteoporosis, hipertensión, cáncer u obesidad, añade.
Además, precisa que el aumento de la prevalencia de la obesidad en casi todos los países en los últimos años parece indicar que existe una predisposición o susceptibilidad genética a la obesidad, sobre la que actúan también factores ambientales relacionados con los estilos de vida.
¿La genética influye en la saciedad?
Por su parte, un artículo publicado por National Geographic puntualiza que algunos científicos han descubierto que las mutaciones genéticas que hacen que una persona se sienta menos saciada después de comer pueden ser más comunes de lo que se pensaba, lo que lleva a quienes portan estas variantes a comer con más frecuencia o a consumir más alimentos ricos en calorías.
De acuerdo con investigadores de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMN) y el Instituto Nacional de Medicina Genómica, la población mexicana presenta una alta predisposición genética para desarrollar sobrepeso y obesidad, y a generar, en consecuencia, enfermedades crónicas y sus complicaciones metabólicas.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua (Ensanut), entre 2020 y 2023, en México, la prevalencia de obesidad en adultos fue de 37.1 por ciento.