Morelia, Michoacán, a 9 de mayo de 2025. En su primera homilía tras ser elegido como el 267º Pontífice, León XIV dirigió un mensaje poderoso a los cardenales y a la comunidad católica mundial, llamando a la Iglesia a no temer ser un faro que ilumine las noches más oscuras del mundo actual.
La Misa pro Ecclesia se celebró en la Capilla Sixtina, lugar donde León XIV fue elegido el día anterior. Entre frescos que retratan el Juicio Final y la Creación, el Papa Prevost comenzó con palabras improvisadas en inglés, agradeciendo a los cardenales por confiarle el “ministerio de Pedro” y por invitarlo a llevar la cruz y anunciar el Evangelio.
Una fe ridiculizada en tiempos modernos
León XIV reflexionó sobre la creciente indiferencia hacia la fe cristiana, aludiendo a contextos donde esta se considera absurda, débil o incluso ridícula. “Se prefiere la tecnología, el dinero, el éxito, el poder o el placer”, aseveró, y lamentó que incluso muchos bautizados vivan una especie de “ateísmo de hecho”.
El desafío de evangelizar un mundo hostil
“Hoy no es fácil dar testimonio del Evangelio”, mencionó el Papa. Señaló que en muchos lugares se obstaculiza, desprecia o tolera con condescendencia a los creyentes. Justamente por eso, enfatizó, “la misión es más urgente”.
Las heridas sociales que claman por fe
El Pontífice alertó sobre las consecuencias de la pérdida de fe: dramas existenciales, crisis familiares, violaciones a la dignidad humana y un creciente vacío espiritual. Todo ello, argumentó, exige una respuesta clara y coherente de la Iglesia.

Desaparecer para que permanezca Cristo
En tono íntimo y solemne, León XIV recordó su deber como Obispo de Roma y sucesor de Pedro, haciendo eco de San Ignacio de Antioquía: “Seré verdaderamente discípulo de Cristo cuando el mundo ya no vea más mi cuerpo”. Insistió en que la autoridad eclesial debe ejercerse para desaparecer en favor de Cristo.
Un modelo de humanidad santa
Antes de delinear el camino pastoral, León XIV presentó a Jesús como modelo de humanidad santa: “Dios se nos reveló en los ojos de un niño, en la mente de un joven, en el rostro de un hombre resucitado”. Esta imagen, dijo, es un llamado a imitar y a confiar en el destino eterno prometido.
Jesús: más que un hombre admirable
El Papa abordó la distorsión común sobre Jesús como simple figura histórica o “superhombre” carismático. “Muchos lo admiran mientras no implique riesgos”, explicó, pero lo abandonan en la dificultad. Frente a eso, reafirmó: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Una Iglesia en conversión diaria
Con un tono pastoral, León XIV concluyó instando a vivir “un camino cotidiano de conversión” como Iglesia, a pertenecer a Cristo y a anunciar con alegría el Evangelio, aun en tiempos donde la fe es vista como locura. “Que Dios me conceda esta gracia, hoy y siempre”, finalizó, encomendándose a María, madre de la Iglesia.