México.- Al interior de la bancada de Morena en el Senado comienza a crecer la inquietud por el impacto político del escándalo que envuelve a Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco, y sus posibles repercusiones para el coordinador de los senadores morenistas, Adán Augusto López Hernández.
Aunque en un primer momento el grupo parlamentario cerró filas en torno a López Hernández —en una postura promovida por la senadora Guadalupe Chavira— con el paso de los días el respaldo se ha ido matizando y prevalece ahora una actitud más cautelosa entre los legisladores guindas.
Desde Durango, la senadora Lilia Margarita Valdez marcó distancia al declarar que “cada quien debe asumir su responsabilidad”, en alusión tanto al exfuncionario como al coordinador de la bancada, mientras que el senador Manuel Huerta advirtió que las investigaciones deben llegar “hasta sus últimas consecuencias”, subrayando que “la campaña mediática que no cesa genera un zangoleteo que afecta al movimiento”.
El escándalo ha puesto en entredicho no solo a figuras cercanas al presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, sino que amenaza con erosionar la cohesión interna del grupo parlamentario morenista en un momento clave para la llamada Cuarta Transformación.
Pese a la gravedad de las acusaciones, buena parte de los senadores morenistas ha optado por guardar silencio respecto al futuro político de López Hernández. En contraste, desde la oposición ya se han lanzado acciones concretas: el PAN presentó una denuncia penal en su contra, mientras que legisladores del PRI y Movimiento Ciudadano han exigido públicamente su renuncia.
En medio del creciente ruido político y mediático, la bancada guinda enfrenta un dilema interno: mantener la unidad en defensa de una de sus principales figuras, o tomar distancia para evitar que el caso arrastre a todo el movimiento. Por ahora, el silencio parece ser la estrategia dominante.