Morelia, Michoacán, a 31 de octubre de 2025.- El caso de Casa Las Mercedes ha revelado un patrón sistemático de abuso y explotación dentro de una institución que debía brindar protección. De acuerdo con las investigaciones, una de las responsables del albergue trasladó al menos a una adolescente a su domicilio particular para realizar labores domésticas, donde fue víctima de agresión sexual.
Testimonios de otras niñas apuntan a que esta práctica se habría repetido durante años, lo que sugiere la existencia de un esquema de explotación en el que infancias eran abusadas y enviadas a trabajar en hogares privados.
Rescate de 80 niñas y adolescentes en la Ciudad de México
Tras la denuncia de una de las víctimas, las autoridades capitalinas realizaron un operativo en el que fueron rescatadas 80 niñas y adolescentes: 47 en la sede Schultz y 33 en la sede Berriozábal. Todas se encuentran actualmente bajo resguardo del DIF Ciudad de México, en un entorno que busca garantizar su seguridad y atención inmediata.
Reinserta exige una transformación estructural
Desde la organización Reinserta se condenó enérgicamente lo ocurrido, pero también se subrayó que la indignación no es suficiente. “Es necesario trabajar para transformar las estructuras que permiten que esta violencia siga ocurriendo”, aseveró la asociación en un comunicado.
Reinserta señaló que estos hechos son reflejo de un sistema que falla al garantizar entornos seguros, dignos y libres de violencia para niñas, niños y adolescentes. “Cuando el Estado llega tarde, la protección se convierte en daño”, puntualizó.
Supervisión y prevención: la clave que falta
La organización recalcó que el Estado cuenta con herramientas para actuar, pero que la omisión institucional perpetúa el riesgo. “Supervisar, auditar y capacitar no son trámites administrativos: son decisiones que pueden salvar vidas”, argumentó Reinserta.
Asimismo, urgió a establecer mecanismos efectivos de denuncia para las infancias, así como garantizar personal especializado capaz de identificar señales de abuso antes de que sea demasiado tarde.
Una falla estructural en la supervisión de los albergues
El caso de Casa Las Mercedes no es aislado. Diversas organizaciones han advertido que los sistemas de vigilancia en albergues suelen centrarse en aspectos fiscales y administrativos, pero no en las condiciones humanas. “Las revisiones se enfocan en papeles, no en personas”, lamentó Reinserta, al tiempo que instó a revisar cómo, quién y en qué condiciones se cuida a las niñas y adolescentes en resguardo.
El daño emocional de la movilidad forzada
El traslado de las víctimas a nuevos centros de atención, aunque necesario para su seguridad, implica un proceso doloroso. “Cada niña o adolescente que deja el albergue abandona vínculos, rutinas y fragmentos de confianza que costarán años reconstruir”, explicó la organización. La movilidad institucional puede revivir el miedo y la pérdida, por lo que se subrayó la necesidad de acompañamiento psicológico especializado.
Sanar para volver a creer
Para Reinserta, la reparación del daño no se limita a la justicia legal, sino también a la recuperación emocional. “Las niñas violentadas necesitan contención, acompañamiento y un entorno que les devuelva la certeza de que no todas las manos lastiman”, mencionó el comunicado.
La asociación informó que su equipo de especialistas en trauma infantil trabaja actualmente en brindar atención integral a las víctimas rescatadas, reafirmando su compromiso de acompañarlas en este proceso de sanación.
Un llamado a la acción y a la coherencia institucional
Reinserta enfatizó que proteger a la infancia requiere algo más que declaraciones públicas. “La niñez no puede seguir siendo invisible hasta que grita”, señalaron. Urge fortalecer los mecanismos de supervisión de los albergues, transparentar su operación y colocar a la niñez en el centro de las políticas públicas.
“Este caso debe ser el punto de quiebre para construir un sistema de protección que no solo rescate, sino que verdaderamente cuide”, concluyó la organización.





