Morelia, Michoacán, a 25 de abril de 2025.- Una investigación realizada por el Tecnológico de Monterrey destacó que las experiencias traumáticas en la infancia pueden alterar la microbiota oral y, con ello, aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en la vida adulta.
El estudio, liderado por Cristina Elena Cabrera González y Rocío Alejandra Chávez Santoscoy, encontró que los niños con múltiples experiencias adversas tienen 1.6 veces más riesgo de obesidad severa y diabetes, 2.2 veces más probabilidades de enfermedades cardiovasculares y 4.6 veces más probabilidades de desarrollar depresión.

Microbiota oral: un nuevo biomarcador para detectar efectos del estrésExperiencias adversas en la infancia afectan la salud a largo plazo; las alteraciones en la microbiota son un riesgo para enfermedades crónicas.
El análisis del microbioma oral ofrece una herramienta no invasiva para medir el impacto biológico del estrés infantil. “Queremos que esta herramienta permita a los pediatras no solo medir el crecimiento físico del niño, sino también entender su entorno emocional y cómo este afecta su biología”, explicó la Dra. Chávez Santoscoy.
El estudio identificó correlaciones entre altos niveles de cortisol en el cabello y alteraciones en la microbiota, como el aumento de bacterias como Fusobacterium y Leptotrichia, que están vinculadas a inflamación crónica y riesgo de enfermedades sistémicas.
Alteraciones en la microbiota, un riesgo para enfermedades crónicas
Las alteraciones en el microbioma oral pueden desencadenar inflamación crónica, aumentar la carga alostática del organismo y favorecer enfermedades como cardiopatías, diabetes y ciertos tipos de cáncer. Las investigadoras detectaron una mayor abundancia de la bacteria Treponema sp. OMZ_806 en niños con un número elevado de experiencias adversas, así como una menor presencia de Prevotella melaninogenica, lo que refleja un desequilibrio preocupante en la salud infantil.
Alimentos funcionales como estrategia preventiva
Ante estos hallazgos, el equipo de investigación trabaja en el diseño de alimentos funcionales, como panes y tortillas enriquecidos con ácidos grasos insaturados, que buscan fortalecer la microbiota oral y mitigar los efectos del estrés infantil. “Una vez que descubrimos los riesgos que enfrentan los menores, nuestro siguiente paso es diseñar recetas accesibles y nutritivas para su dieta diaria”, argumentó la Dra. Chávez Santoscoy.
Colaboración internacional busca ampliar el impacto
El proyecto, que cuenta con la colaboración de la Universidad de los Andes y la Universidad Católica de Chile, también está desarrollando guías clínicas para integrar los biomarcadores en la práctica pediátrica. “Queremos que este esfuerzo trascienda el ámbito académico y se convierta en una herramienta práctica para pediatras y familias en toda América Latina y, si es posible, en el mundo”, aseveró la Dra. Chávez Santoscoy.
Esta investigación marca un avance significativo al posicionar el microbioma oral como un indicador clave en la prevención de enfermedades crónicas derivadas del estrés infantil, abriendo nuevas perspectivas para un futuro más saludable en las poblaciones vulnerables.