Morelia, Michoacán, a 31 de mayo de 2025. — Los indultos presidenciales otorgados por Donald Trump se han convertido en una industria paralela dentro de la política estadounidense, con firmas de lobby y asesores cobrando sumas millonarias para acercar solicitudes al presidente. La estrategia, que ha favorecido a donantes, celebridades y aliados políticos, ha generado preocupaciones sobre la integridad del sistema de justicia.
Lobby político: un lucrativo acceso al perdón
Con Donald Trump concediendo indultos de manera continua desde su regreso al poder, varias firmas de cabildeo han recibido propuestas millonarias para llevar casos ante el mandatario. Dos fuentes cercanas a negociaciones señalaron que una oferta alcanzó los 5 millones de dólares, cifra muy por encima de lo reportado en su primer mandato.
Un cabildero con sede en Washington explicó que cerca de la mitad de las consultas recientes están relacionadas con indultos, en contraste con el pasado donde solo una de cada 50 solicitudes buscaba este objetivo. “Desde el punto de vista del lobby, los perdones se han vuelto rentables”, aseveró.
El perdón como mercancía política
Durante su administración, Trump ha otorgado clemencia a más de 1,500 personas, principalmente relacionadas con la insurrección del 6 de enero de 2021. Sin contar estos casos, ya ha perdonado a 58 individuos en su actual mandato, cifra superior a su primer año en 2017.
Entre los favorecidos están figuras con fuerte respaldo mediático y acceso a recursos, como Todd y Julie Chrisley, protagonistas de un reality show, y Ross Ulbricht, fundador del mercado negro en línea “Silk Road”, cuya liberación fue promovida por grupos conservadores.
Una industria con actores bien conectados
Brett Tolman, exfiscal federal y actual comentarista de Fox News, ha sido pieza clave en varios perdones, incluyendo el de Charles Kushner y los Chrisley. Adam Katz, abogado cercano a Rudy Giuliani, también ha figurado entre los asesores influyentes. Ambos han sido nombrados por cabilderos como contactos frecuentes para canalizar solicitudes.
Incluso Roger Stone, viejo aliado de Trump, ha registrado a su firma para gestionar indultos en nombre de Roger Ver, conocido como “Bitcoin Jesus”, quien enfrenta cargos por evasión fiscal de casi 50 millones de dólares.
Influencias y medios afines como estrategia
Además del lobby tradicional, los solicitantes de indultos han recurrido a plataformas mediáticas alineadas con Trump para amplificar sus casos. Savannah Chrisley, por ejemplo, participó en la Convención Nacional Republicana y en paneles sobre justicia, presentando a sus padres como víctimas del sistema.
El excongresista Matt Gaetz, ahora conductor en One America News, reconoció que su programa se ha convertido en un canal para exponer casos ante Trump.
“Una forma de entrar en el radar del perdón es aparecer en los medios que el presidente ve”, comentó.
Una clemencia bajo sospecha
Expertos y exfuncionarios advierten que el sistema de clemencia se ha desvirtuado. Elizabeth Oyer, exabogada de indultos del Departamento de Justicia bajo Biden, alertó: “Esto es muy destructivo para nuestro sistema de justicia. Establece un sistema de dos niveles donde el dinero compra la libertad”.
Aunque la Oficina del Abogado de Indultos aún existe, Trump ha ignorado su proceso de revisión. Algunos de los casos indultados no cumplirían con los requisitos básicos del Departamento de Justicia, como el paso de cinco años tras la sentencia o el reconocimiento de culpabilidad.
“Más fácil después del perdón a Hunter”
Funcionarios de la administración argumentan que el precedente fue establecido por Biden, al conceder más de 8,000 clemencias, incluyendo un perdón a su hijo Hunter. Esto, aseguran, ha normalizado el uso político del poder presidencial.
“Ya no se trata de indultos de última hora. Se ha vuelto más transaccional”, argumentó un cabildero cercano a Trump.
Un poder presidencial sin frenos
La Constitución estadounidense otorga al presidente la facultad de conceder perdones sin necesidad de justificación. Sin embargo, el uso actual ha detonado críticas sobre favoritismo, clientelismo y corrupción institucional.
Mientras el número de solicitudes sigue creciendo —más de 6,000 conmutaciones y 1,500 indultos pendientes—, la percepción pública es que tener dinero, conexiones o influencia mediática es el camino más directo hacia el perdón presidencial.