Morelia, Michoacán, a 23 de junio de 2025.- El presidente Donald Trump celebró los recientes ataques estadounidenses contra las principales instalaciones nucleares de Irán, asegurando que fueron “completamente y plenamente obliteradas”. Sin embargo, aunque la retórica oficial destaca la contundencia de la operación, persisten dudas sobre el verdadero alcance de los daños y la situación de los materiales nucleares.
Incertidumbre sobre el destino del uranio enriquecido
Una de las principales preocupaciones gira en torno a casi 400 kilogramos de uranio enriquecido al 60%, cuyo paradero permanece sin confirmar. Mientras las plantas de energía sólo requieren un enriquecimiento de entre 3% y 5%, el material almacenado por Irán está peligrosamente cerca del nivel necesario para fabricar una bomba nuclear, que es del 90%.
ONU y expertos exigen acceso e inspección a las instalaciones
Rafael Mariano Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU, reportó daños visibles en Fordo y Natanz tras el uso de bombas “bunker buster” y misiles Tomahawk sobre dichas instalaciones. Grossi argumentó que “cráteres son visibles en Fordo”, principal punto de enriquecimiento de uranio, y que las entradas a los túneles de almacenamiento en Isfahan parecen haber sido alcanzadas, además de estructuras relacionadas con el proceso de conversión de uranio. Pese a ello, Grossi subrayó que “nadie” —ni siquiera su agencia— está en posición de evaluar los daños subterráneos y llamó a que se permita el acceso de inspectores para “dar cuenta de las reservas de uranio, incluyendo, especialmente, los 400 kg enriquecidos al 60%”.
Críticas a la efectividad de los bombardeos estadounidenses e israelíes
Las autoridades estadounidenses y de Israel han mostrado confianza en conocer el paradero del uranio altamente enriquecido, como señaló el secretario de Estado, Marco Rubio. Sin embargo, expertos como Jeffrey Lewis, del James Martin Center for Nonproliferation Studies, se mostraron escépticos sobre el impacto real de los ataques, señalando en redes sociales que “no se intentó destruir los túneles ni el material almacenado en ellos” y que la enorme instalación subterránea junto a Natanz quedó intacta.
Por su parte, imágenes satelitales previas al ataque mostraron movimientos sospechosos en Fordo, donde al menos 16 camiones de carga salieron del complejo antes del bombardeo, lo que aumenta la incertidumbre sobre si parte del material nuclear fue trasladado.
Reacción de Irán y el debate interno sobre armas nucleares
A pesar de la ofensiva, el discurso iraní mantiene firme su objetivo nuclear. Ali Shamkhani, asesor de alto nivel del líder supremo Ali Khamenei, aseveró que “aunque destruyan las instalaciones nucleares, el juego no ha terminado. Los materiales enriquecidos, el conocimiento autóctono y la voluntad política permanecen”.
Además, un análisis de FilterLabs —especialistas en monitoreo de redes sociales— muestra que la opinión pública iraní ve en estos ataques un argumento para acelerar la obtención de un arma nuclear como forma de disuasión.
Jonathan Teubner, CEO de la firma, comentó que “si Irán tuviera una, sería más difícil que lo atacaran”.
La acción militar solo retrasa, pero no elimina la capacidad nuclear de Irán. Darya Dolzikova, investigadora del Royal United Services Institute de Londres, argumentó que “la realidad fundamental es que la acción militar sólo puede retrasar el programa por grados, no eliminarlo del todo”, explicó a NBC News.
Añadió que “la infraestructura puede ser destruida, pero el conocimiento y la experiencia acumulada durante décadas en Irán permiten reconstruir lo perdido”.
La ofensiva estadounidense ha planteado más preguntas que respuestas sobre la seguridad y el futuro del programa nuclear iraní, dejando claro que el reto va mucho más allá de la destrucción física de las instalaciones.