Morelia, Michoacán, a 3 de junio de 2025. – El personaje enmascarado que muchos recuerdan como “Capitán Centella” fue en realidad el rostro de una transformación mediática en Japón: el encuentro entre el manga y la televisión. Su nombre original es Gekkō Kamen, y su aparición en 1958 marcó el inicio de una alianza que cambiaría para siempre la cultura juvenil.
La televisión japonesa se consolida con Gekkō Kamen
En febrero de 1958, apenas cinco años después del inicio oficial de las transmisiones televisivas en Japón, se estrenó Gekkō Kamen en Radio Tokyo Television (actual TBS). El programa, transmitido de lunes a sábado durante solo diez minutos diarios, atrapó la atención de millones de niños, que dejaban lo que hacían para sentarse frente a la pantalla, de acuerdo con Nippon.
Con su icónica máscara blanca, gafas de sol y capa, el héroe que proclamaba “no odiemos, no matemos; perdonemos” representaba una versión japonesa del superhéroe. Su impacto fue inmediato: juguetes, disfraces improvisados y juegos infantiles se inspiraban en el personaje.
El salto del televisor a las páginas: éxito del manga
El impacto de la serie llevó a la revista Shōnen Club a solicitar una adaptación al manga. El joven artista Kuwata Jirō fue el encargado del dibujo. La serialización comenzó tan sólo tres meses después del estreno televisivo, y resultó un éxito rotundo que incrementó notablemente la tirada de la publicación.
La fidelidad al formato televisivo fue clave para que el manga captara al público infantil. Pronto, otras revistas comenzaron a replicar la fórmula, adaptando más teleseries al formato de historieta.
Competencia feroz entre revistas y cadenas de televisión
El fenómeno de Gekkō Kamen abrió una nueva etapa para el manga y la televisión. Obras como Yūsei ōji (Nippon TV), Kaiteijin 8823 (Fuji TV), Nanairo Kamen y National Kid (NET, hoy TV Asahi) también fueron adaptadas al manga por distintas revistas, elevando las cifras de circulación.
Las editoriales vieron que los suplementos de manga podían competir al nivel de las novelas, ensayos o fotos de celebridades. Aunque culturalmente se les consideraba menores, los lectores infantiles no pensaban lo mismo.

De medios menores a pilares culturales
Al igual que el manga, la televisión también era subestimada. Se le llamaba “kamishibai eléctrico” por su parecido con el teatro callejero de papel. Además, los grandes estudios de cine restringían su colaboración con el medio televisivo, temiendo perder audiencia.
Sin embargo, el crecimiento era imparable. En 1953 apenas había 866 contratos de televisión; para 1958 ya sumaban más de un millón. La construcción de la Torre de Tokio ese año simbolizó la consolidación del medio.
Más adaptaciones, más lectores
La relación entre ambos medios se profundizó: Akadō Suzunosuke, Maboroshi tantei y Shōnen jet fueron algunos de los mangas que saltaron a la pantalla. Cada nueva adaptación ayudaba a fortalecer la presencia del manga, que ahora no solo vivía en papel, sino también en imágenes en movimiento.
Un impulso sinérgico que dio frutos
El auge simultáneo de la televisión y el manga permitió un desarrollo veloz y profundo. Ambos medios apelaban a lo visual, eran accesibles en casa y estaban dirigidos a un público masivo, especialmente infantil.
Gracias a esa alianza, el manga dejó de ser un “trampantojo para niños” y se convirtió en una industria sólida, que hoy exporta productos a todo el mundo y se entrelaza con la televisión y el cine de manera habitual.
Gekkō Kamen, el pionero de una revolución cultural
La figura de Gekkō Kamen no solo marcó la infancia de una generación, sino que representó el inicio de un modelo de colaboración mediática que sigue vigente. Su éxito fue el primer gran ejemplo de cómo el contenido visual puede migrar entre plataformas, fortalecer su presencia y crear fenómenos culturales de gran escala.